Si usualmente navegas y obtienes información en Internet, es probable que hayas notado un detalle muy alarmante: parece que la amabilidad está pasando de moda. Hasta hace unos años, cuando las personas todavía estaban acostumbradas a hablar, abrazarse y sonreír, era normal presenciar episodios en los que extraños completos podían encontrarse intercambiando ayuda o compartiendo momentos de sociabilidad.
Una vez, cuando el plomero entró en la casa para reparar la ducha, fue normal preguntarle si le gustaba un café; cuando había una persona en la calle en problemas, era normal detenerse para comprobar que todo estaba bien … Hoy parece que todos se están acercando a núcleos cada vez más estrechos y autosuficientes, fuera de los cuales no hay espacio para nadie. Forma de solidaridad y comprensión. ¿Cómo llegamos a esto?
En los últimos años, el mundo de la información y la comunicación parece haber difundido el mensaje equivocado de que ser agresivo significa ser fuerte. Si echamos un vistazo a lo social, inmediatamente nos damos cuenta de que: ser amable no es “bueno”, mientras que los que insultan, quién es sarcástico y quién logra herir de manera picante parece ser el ganador. De hecho, lo contrario es cierto: ¡se necesita mucho coraje y fuerza interior para ser amable y comprensivo con los demás!
Esto se debe a que la agresión a menudo proviene de un malestar que tenemos dentro. Romper a los más débiles o tratarlos con indiferencia es la expresión de un malestar interno que debemos desahogar … y atacar a los demás es la mejor manera de hacerlo, ¡especialmente si nos escondemos detrás de un teclado! La debilidad de los demás nos molesta porque en realidad no podemos soportar la nuestra; No podemos ver la belleza en otras personas porque en realidad somos los primeros que nos sentimos feos por dentro. Sin hablar de la envidia, que es la causa de mucha malicia gratuita …
Mostrar comprensión y amabilidad es, en cambio, abrirse, involucrarse, y esto requiere mucho más coraje que ser agresivo. Cuando sonreímos o ofrecemos nuestra solidaridad, nos colocamos como un pilar en el que esa persona debe descansar, y solo podemos hacerlo si percibimos y apreciamos nuestra propia fuerza.
El mundo de hoy tiene una extrema necesidad de bondad. Entendemos cómo nos conmueve el rescate de un perro en peligro, frente a un niño que ayuda a una mujer a cruzar una calle o frente a alguien que decide comprarle una comida caliente a una persona sin hogar.
¡Y necesitamos desesperadamente sonreír! Cuando vamos al bar a pedir un café, cuando nos encontramos con las escaleras cercanas, cuando damos paso a la hilera del supermercado … Todos estos momentos son ocasiones perfectas para difundir el altruismo y la amabilidad, y si todos empezamos a hacerlo, el mundo se convertiría, o más bien volvería a ser, en un lugar mucho mejor.
Nos quitamos los ojos del teléfono, nos desconectamos de las redes sociales y volvemos a sonreír … ¡el mundo realmente lo necesita!