
El término “as3s1n0 serial” se ha vuelto más común de lo que debería. Si bien el concepto nació en los Estados Unidos, este tipo de cr1minales han existido alrededor del mundo y la historia. Las problemáticas sociales, la facilidad con la que se consigue la información y las arm4s han creado un ambiente ideal para que este tipo de cr1minales consigan rápidamente sus objetivos.
La psicología ha creado toda una rama de investigación para saber qué es lo que ronda por la mente de estos sujetos y por qué decidieron cometer actos tan atroces.
El día de hoy hablaremos de Jeffrey Lionel Dahmer, un chico que nació en 1960 en el distrito de Milwaukee en Wisconsin y que después sería conocido como “El carn1cero de Milwaukee”. Uno de los ases1n0s seriales con más cr1menes en su bitácora, con un total de 17 casos comprobados entre los años de 1987 y 1991, aunque su primer ases1nat0 lo cometió en 1978.
El inicio del terr0r.
A diferencia de muchos asesinos seriales, Jeffrey recibió una crianza amorosa y atenta, incluso podríamos decir que tuvo una familia feliz. Por lo mismo, muchos todavía se preguntan ¿qué fue lo que desencadenó las acciones posteriores de Dahmer?
Los instintos de Jeffrey se manifestaron a temprana edad, a los 10 años ya se dedicaba a cazar y t0rturar animales pequeños y a disolverl0s en ácido para limpiar sus huesos y coleccionarlos en frascos de formol.
Sin embargo, en el colegio él podía aparentar ser un chico normal, bromista y espontáneo con sus amigos, incluso haciendo reír a sus compañeros. Con los adultos era un chico ejemplar, educado, responsable y retacado. En definitiva sus habilidades sociales lo ayudaron a camuflar sus fechorías.
En su adolescencia, el hogar feliz donde vivía se vio desmoronado con el divorcio de sus padres. Jeffrey se quedó con su madre y su padre volvió a casarse. Solos y sin apoyo, su madre se dedicó a trabajar, pero pronto enfermó y con esto, Dahmer se quedó cada vez más solo.
Fue en esta etapa de su vida que las fantasías del chico comienzan. Pensamientos recurrentes de mut1lar cuerpos humanos, asesin4r compañeros, en fin, pensamientos perversos que él sabía que lo eran. Ante la incapacidad de suprimirlos, Dahmer se sumerge en el alcoh0l.
Gracias a su ad1cción a la bebida, se vuelve solitario y huraño, alejándose de sus compañeros. Y ahora, con su padre lejos en otro estado y su madre ausente, encontró idílico para comenzar con sus fechorías.
El día de su graduación, Dahmer fue a dar un paseo en coche por la autopista, es ahí cuando encuentra a un joven, Steven Hicks, haciendo autostop y a quien invitó a subirse.
Una vez ahí, lo g0lpeó con una barra para hacer pesas y lo 3stranguló. Al ver lo que había hecho, Jeffrey se asustó, bajo el c4dáver al sótano de su casa y pensó en cómo deshacerse de él.
Al día siguiente, con un cuchill0 de caza disecc1onó el cuerp0 en partes y lo metió en bolsas de basura, las colocó en la parte trasera de su coche y decidió llevarlas a un vertedero. Eran las 3 am y Dahmer iba por una carretera desierta. De repente se topó con dos agentes de policía, quienes le realizaron una prueba de alcoh0lemia. Uno de los agentes apunto su lámpara para iluminar la parte trasera del coche, viendo las bolsas de basura le preguntó que había en ellas.
-Es basura- respondió Jeffrey- cerca de mi casa no hay ningún vertedero y huelen muy mal. El olor no me dejaba dormir, así que decidí salir a tirarlas.
Los agentes, comprobando el mal olor que desprendían le creyeron y lo dejaron ir, sin sospechar que había en ellas.
Al ver lo cerca que estuvo que lo descubrieran, al día siguiente dejó las bolsas en una tubería de desagüe. Después, su modus operandi fue perfeccionándose con el paso de los años hasta dar con un patrón exitoso.
Dahmer elegía a su víct1ma y la invitaba a su casa, una vez ahí las drogab4 para posteriormente estrangularl4 y desmembr4r el cuerpo. También empezó a tomar fotos de sus actos y a practicar el canib4l1sm0, bebiendo la sangr3 de sus v1ctimas o comiendo las partes desm3mbradas de sus carnicerías.
Como nadie sospechaba de él, Jeffrey se confió y empezó a mat4r con más frecuencia.
El comienzo del fin.
En 1989, fue encarcelad0 por un año por otro tipo de delit0 y cuando salió alquiló un apartamento en Milwaukee, donde planeó volver a mat4r.
En 1991, una de sus víctim4s logró escapar del departamento de Dahmer y llegar a la policía. Al realizar la denuncia, los policías se dirigieron al apartamento del ases1n0.
Al entrar, los agentes se encontraron con una escena grotesca: más de un centenar de fotos de cadav3res desm3mbrados; en la cocina vieron varias cabezas en el refrigerador junto a órgan0s momif1cados en envases de metal.
Al verse descubierto, Jeffrey no opuso resistencia e incluso colaboró confesando y narrando el as3sinat0 de un total de 17 hombres a lo largo de 13 años. Se declaró culpable pero demente para condenado a una cárcel especial.
Sin embargo, se dictaminó que fue consciente de sus actos y sentenciado a cumplir su condena en una cárcel normal, cumpliendo el plazo de cadenas perpetuas.
3 años después, se vio involucrado en una pelea entre reos, donde resultó herido de muert3 tras recibir un golpe en la cabeza con una barra de metal de una sala de pesas. Fue el mismo objeto con el que cometió su primer cr1men. ¿No es irónico?
Aún en nuestros días, los actos de Jeffrey nos siguen impresionando llegando al punto de inspirar libros, películas e incluso una obra de teatro, recordándonos que siempre, la realidad supera a la ficción.