Las historias sobre muñecos y otros objetos poseídos por espír1tus malévolos se narran alrededor de todo el mundo. Tal parece que estas leyendas son una constante hasta en los lugares más recónditos del planeta; lo que quiere decir que tal vez no se trata solo de relatos fantásticos inventados para asustar a los niños y algunos adultos; si no de hechos reales.
Puedes elegir creer en los detalles o no, pero lo cierto es que hay muchas historias tenebrosas y enigmáticas cuya única explicación “lógica” es lo sobrenatural.
En Japón, existe una leyenda urbana espeluznante y al mismo tiempo un poco tierna, sobre una muñeca de porcelana poseída por el espíritu de una niña. Se trata del relato de Okiku.
Todo comienza en el año de 1918, en el país del sol naciente, cuando una niña de tres años cayó enferma debido a un padecimiento muy grave. Su nombre era Kikuko Susuki. Lamentablemente, la enfermedad la obligó a permanecer en cama durante largos meses. Para una niña de esa edad, quedarse en su cama sin poder salir a jugar es algo devastador.
Es por eso que su hermano mayor, Eikichi Susuki decidió hacerle un lindo e inolvidable regalo para que se sintiera un poco mejor. El niño viajó hasta la ciudad de Hokkaido donde adquirió una pequeña muñeca de porcelana. Tenía la cara muy blanca, una melena de color negro que le llegaba a los hombros y vestía un kimono tradicional.
Cuando Kikuko recibió su muñeca, no podía con la emoción; el obsequio que le había hecho su hermano era fabuloso.
La niña estableció una relación muy especial con su muñeca. Se dice que nunca se separaba de ella y además, comenzó a tratarla como si fuera su hermana menor. Y por supuesto, la pequeña decidió bautizar a su muñeca y el nombre elegido fue Okiku.
Ambas pasaron muchos bellos momentos juntas y su familia podía ver que la pequeña estaba feliz con su inseparable muñeca. Desafortunadamente, el estado de salud de Kikuko siguió empeorando hasta que un día, la niña perdió la vida.
La familia estaba muy triste pero decidió conservar la muñeca de porcelana en honor a Kikuko. Las cosas poco a poco volvieron a la normalidad y no parecía haber nada extraño o fuera de lugar en su casa; así, el tiempo siguió su rumbo natural. Sin embargo, algunos miembros comenzaron a notar algo raro en Okiku: su cabello había crecido.
Originalmente, el cabello de la muñeca le llegaba a los hombros, pero ahora estaba un poco más largo. Decidieron cortar el cabello que había crecido inexplicablemente y dejarlo a su altura inicial. De nuevo, las cosas regresaron a la normalidad pero la familia siguió vigilando a la muñeca y luego de un tiempo, tal como la primera vez, el cabello había crecido.
Esto ocurrió varias veces: la familia cortaba el cabello de Okiku y este volvía a crecer. Además de extraño, era un suceso constante e inexplicable por lo que los familiares comenzaron a creer que se trataba de la pequeña Kikuko.
Pronto surgió la hipótesis de que el espíritu de la pequeña niña habitaba en la muñeca de porcelana. Esta era la explicación más razonable para el crecimiento de cabello de un objeto inanimado como lo es una muñeca. Desde entonces, la idea se transformó en leyenda y aseguran que el cabello de la muñeca nunca deja de crecer.
Actualmente, la muñeca se encuentra resguardada en un templo de Hokkaido, a donde acuden miles de curiosos que quieren verificar cómo crece el cabello de Okiku.
Además, algo curioso es que el nombre de la muñeca está relacionado con fantasmas.
Muchas personas piensan que es una coincidencia bastante notable que la niña haya elegido ese nombre pues proviene de otra leyenda que involucra a un espír1tu vengativo.
Okiku es un personaje de un cuento tradicional japonés del periodo del Edo. Esta famosa historia de terror llamada “La casa del plato en Bansho” nos habla sobre una joven criada que accidentalmente rompe un plato y recibe un terrible castigo.
Sus jefes tenían una valiosa vajilla de porcelana conformada por 10 platos. Un día, la joven Okiku rompe uno de esos platos y atemorizada por lo que podría hacerle su amo, decide esconder las piezas y no hablar al respecto. Sin embargo, su conciencia no estaba tranquila, así que decidió romper el silencio y contarle a la esposa sobre el pequeño accidente.
La mujer le explicas lo sucedido a su esposo y ambos, llenos de ira, castigan a Okiku lanzándola al pozo de la finca. Debido a esto, la joven se transforma en un espíritu vengativo y la leyenda dice que todas las noches, Okiku sale de un pozo cantando “un plato, dos platos, tres platos…” hasta llegar a 10 buscando hombres para vengarse.